(803)
Herta Müller
Dass mich die kleine
Heimat die
es je gab
am fünften Zeh mit der
großen Wolkenglatze und der
Mütze eines Staates und
den Augen einer Ziege undder Schenauze einer Rattefamiliar leergefressen hatten
Herta Müller. Gamla Stan - Stockholm
Que a mí
la patria
pequeña como
jamás la hubo
en el quinto dedo del pie
con la gran calva de las nubes
y el gorro de un Estado y
los ojos de una cabra y
el hocico de una rata
me devoró familiarmente
la patria
pequeña como
jamás la hubo
en el quinto dedo del pie
con la gran calva de las nubes
y el gorro de un Estado y
los ojos de una cabra y
el hocico de una rata
me devoró familiarmente
"Lo que has vivido bajo una dictadura no se olvida cuando arrancas una hoja del calendario".
"La lengua no es una patria".
"No hay nada más extraño que una patria donde no se pueda vivir".
En 1987, Müller marchó a Alemania con su marido, el novelista Richard Wagner, y establece su residencia en Berlín. Es entonces cuando inicia la composición de sus poemas mediante la técnica del collage. Utiliza para ello recortes de periódicos y revistas y empieza a coleccionar palabras que mantiene depositadas en una mesa. "Las palabras se llenan de polvo, no se pueden limpiar las palabras" por lo que las guarda en cajones donde permanecen y esperan hasta que ella las recoja para formar un texto. "Siempre he pensado que las palabras en el cajón tiene que ver con mi experiencia de la emigración, es como esperar en la estación del tren a ser recogida". En la novela trata del efecto de las dictaduras en las personas, no hay mucha posibilidad de jugar porque el tema no lo permite. Con esta técnica puede jugar aunque tampoco logra escapar ya que piensa que el texto resultante no es tan divertido como parece. Este juego le ha servido para tratar sus propios daños sufridos. "Cuando salí de Rumanía tenía los nervios bastante destrozados y esta actividad me ayudó". "Cuando uno tiene la palabra en la mano el contacto es más íntimo, una palabra sacada de la mente no la puedes ver. Lo extraño es que las palabras en el cajón encuentran una pareja que cuentan una historia. Cuando están pegadas en la tarjeta ya no se pueden cambiar, así que es como la vida misma, tiene sus límites. A la hora de plasmarlas también está la limitación del espacio puesto que deben ajustarse al tamaño de una tarjeta y a su vez deben guardar un sentido, por lo que me toca sacrificar palabras -también como en la vida- que vuelven al cajón. Las palabras también envejecen como las personas, por la porosidad del papel". "Se trata de un trabajo sensorial del que he aprendido mucho".
"La lengua no es una patria".
"No hay nada más extraño que una patria donde no se pueda vivir".
En 1987, Müller marchó a Alemania con su marido, el novelista Richard Wagner, y establece su residencia en Berlín. Es entonces cuando inicia la composición de sus poemas mediante la técnica del collage. Utiliza para ello recortes de periódicos y revistas y empieza a coleccionar palabras que mantiene depositadas en una mesa. "Las palabras se llenan de polvo, no se pueden limpiar las palabras" por lo que las guarda en cajones donde permanecen y esperan hasta que ella las recoja para formar un texto. "Siempre he pensado que las palabras en el cajón tiene que ver con mi experiencia de la emigración, es como esperar en la estación del tren a ser recogida". En la novela trata del efecto de las dictaduras en las personas, no hay mucha posibilidad de jugar porque el tema no lo permite. Con esta técnica puede jugar aunque tampoco logra escapar ya que piensa que el texto resultante no es tan divertido como parece. Este juego le ha servido para tratar sus propios daños sufridos. "Cuando salí de Rumanía tenía los nervios bastante destrozados y esta actividad me ayudó". "Cuando uno tiene la palabra en la mano el contacto es más íntimo, una palabra sacada de la mente no la puedes ver. Lo extraño es que las palabras en el cajón encuentran una pareja que cuentan una historia. Cuando están pegadas en la tarjeta ya no se pueden cambiar, así que es como la vida misma, tiene sus límites. A la hora de plasmarlas también está la limitación del espacio puesto que deben ajustarse al tamaño de una tarjeta y a su vez deben guardar un sentido, por lo que me toca sacrificar palabras -también como en la vida- que vuelven al cajón. Las palabras también envejecen como las personas, por la porosidad del papel". "Se trata de un trabajo sensorial del que he aprendido mucho".
2 comentarios:
Las palabras se rompen
se fracturan.
Como con los jarrones
se vuelven a reunir los trozos
a encolar pacientemente.
El búcaro sigue en su sitio
pero ya nunca más se puede llenar de agua.
Las palabras son puentes entre dos polos ignorados. Utilizar una palabra es ejercer de funambulista.
Publicar un comentario